La luz del pasillo iluminaba débilmente mi rostro que se reflejaba de modo fantasmal en el cristal de la ventanilla y me hacía recordar el que tuve en la infancia, el que naufragó para siempre en la despedida, como si aquel niño se hallara agazapado en algún lugar de mi interior esperando un descuido mío para emerger de nuevo en las aguas fangosas del pasado con su sonrisa feliz y sus ojos brillantes.
~ Elia Barceló